Lo mejor del 5G aún está por llegar: será mucho más valioso de lo visto hasta ahora

Autor: Alberto Horcajo es Co Fundador de Red Colmena

El pasado mes de diciembre, 3GPP, que es la asociación que establece los estándares técnicos de la telefonía móvil, a través de procesos de especificación rigurosos, exhaustivos y deliberativos, en gran medida debido a las dificultades logísticas para desarrollar su tarea por las limitaciones impuestas por la pandemia, decidió aplazar la publicación de la siguiente versión de radio, para tecnología 5G, la 17, más allá de marzo de 2022, cuando estaba inicialmente previsto.

En realidad, la anterior versión completada y aprobada en junio del año pasado, que se considera «un sistema inicial completo de 5G» está todavía siendo apenas probada por los operadores donde la tecnología ha alcanzado su mayor adopción (China, Corea del Sur, Japón y Estados Unidos), conviviendo con 4G, con el resultado de una experiencia de cliente decepcionante, solo ocasional y marginalmente mejor, cuando no perceptiblemente incluso menos veloz en idéntica ubicación, como puede observarse mediante las aplicaciones gratuitas de medición de velocidad disponibles en Internet. Por otro lado, precisamente en esos países la frecuencia que inicialmente se está utilizando para 5G o bien es baja, con amplia cobertura pero reducida capacidad (bandas por debajo de 1GHz) o, por el contrario, de manera muy selectiva y para soluciones de banda ancha donde no llega la fibra óptica, con una cobertura muy limitada (asimilable al WiFi) pero mucha capacidad o caudal (26-28GHz), lo que impide ofrecer un rendimiento óptimo y diferencial, retrayendo la demanda y en consecuencia impidiendo la generación de ingresos adicionales derivados de una potencial pero aparentemente ilusoria prima de valor asociada a 5G.

En este contexto, vuelven las subastas de espectro que, a juzgar por el resultado de las primeras rondas para las frecuencias medias (2,5-3,8GHz) en las licitaciones en curso en Estados Unidos -donde el espectro disponible se adquiere a perpetuidad-, supondrán enormes desembolsos para los operadores y una recaudación muy superior a la esperada, tal vez excediendo los 70.000 millones de euros (para ponerlo en perspectiva, es casi la capitalización bursátil de Telefónica al final de 2020 multiplicada por cuatro), lo que se explicaría por la relativa escasez de espectro y por el históricamente bajo nivel de los tipos de interés, que abaratan sustancialmente el coste de un activo con un periodo prolongado de explotación.

En España las subastas de 200 MHz de las bandas medias (3,6-3,8GHZ) a veinte años realizadas en julio de 2018, incluida la tasa por reserva del espectro, rindieron para el Tesoro Público algo más de 1.410 millones de euros, dejando razonablemente satisfechos a la Administración pública y a los operadores, que podrán igualmente utilizar para la nueva 5G bandas muy eficientes antes de su reversión actualmente ocupadas por tecnologías todavía en uso.

La oferta actual de 5G en nuestro país ya utiliza estas bandas, pero como la interoperabilidad de los equipamientos con los requerimientos de la versión 16 de la radio antes mencionada todavía no se ha culminado, no se consigue ni la reducción completa del retardo desde los 90 milisegundos (ms) a 1 ms, -que en 5G no debiera apenas notarse con picos de velocidad próximos a 10 Gbps, muy superiores a la de la mayoría de los accesos domésticos de fibra óptica-, ni la continuidad de la señal ni la potencial densidad de dispositivos que debe distinguir a 5G y abrir el camino a los usos que ya están siendo probados experimentalmente en diversos pilotos: descargas masivas de contenidos en movilidad; captura, procesamiento y gestión de datos para instrucciones; controles remotos de precisión de autómatas y una pluralidad de funcionalidades derivadas de las anteriores. Unido a la disrupción creada por la pandemia -que entre otras cosas ha contribuido notablemente al retraso en las tareas de especificación de 3GPP, que paradójicamente requieren un mínimo de reuniones presenciales-, quizás por ello el lanzamiento comercial de los nuevos servicios 5G por parte de los operadores haya sido tan tímido, anunciando muy discretamente la cobertura disponible y no haciendo de 5G un elemento singular de competencia, que en el caso de algunos de los operadores que más cuota han ganado a lo largo de 2020 utilizan redes móviles ajenas y por ello dependen de los planes de despliegue de sus anfitriones y a la vez competidores.

Despliegues más ágiles

Es cierto que con la nueva aproximación «a la europea» declarada recientemente por los principales operadores de servicios móviles (Deutsche Telekom, Orange, Telefónica y Vodafone) a la «Open RAN» se podrán hacer en el horizonte del 5G autónomo («stand-alone» en inglés) despliegues más ágiles y económicos para atender demandas de conectividad móvil concretas, tal vez sustituyendo la dependencia de los fabricantes integrados de equipamientos (Ericsson, Nokia, Huawei, Samsung) por otra de los grandes operadores de recursos «en la nube» (TIP), una vez se puedan homologar sus elementos técnicos físicos y lógicos. Se vislumbra ya una potencial competición entre la visión de red de acceso móvil abierta propuesta por los operadores («ORA») y la propuesta por los grandes proveedores de servicios de computación en Internet («ONF»), esta última claramente orientada a la optimización del uso de los recursos necesarios para el uso de aplicaciones de comunicaciones móviles de vídeo, audio y mensajería instantánea, que reserva una papel marginal e indiferenciado a los operadores.

Por otro lado, está previsto que se celebre en España a lo largo del primer trimestre del año recién estrenado la licitación de ocho bloques de frecuencias alrededor de la banda de 700MHz, ocupada hasta la fecha por la TDT, como parte de un segundo «dividendo digital» para el erario publico, que ha suscitado cierta preocupación entre los operadores, habida cuenta de la previsión en los presupuestos generales del Estado de recaudar 2.100 millones de €, fijándose un valor de partida para veinte años algo superior al 55 por ciento de tal expectativa y con pago único a la adjudicación. Esta banda baja es particularmente interesante en los entornos menos urbanizados y para la propagación en interiores, lo que la hace especialmente atractiva para alcanzar una cobertura completa.

Tecnología para las máquinas

Como el público ya sabe, con 5G, Internet lo será principalmente de y para las máquinas, incluso para aquellas que sirven para la gestión de las llamadas de voz e imagen a través de aplicaciones cuyos usuarios se cuentan ya por miles de millones, como WhatsApp, Skype o Google Meet. Mediante un proceso similar al copiado de datos y contenidos para consumo personal en el ordenador propio o en un servidor cercano (configurando lo que se llaman «redes de distribución de contenidos» o «CDN» en inglés), las máquinas conectadas a Internet con 5G necesitan una instancia cercana a la que remitir los datos, donde procesarlos y desde donde recibirlos para cumplir sus misiones, lo que se ha venido a llamar la «computación al borde», por contraposición a los grandes centros de procesamiento de datos, que concentran vastísimos recursos de cálculo y almacenamiento y son los «trampolines» («cloud ramps») a las grandes plataformas de Internet.

En realidad, esa computación de proximidad se relaciona lógicamente con los grandes repositorios de información, aprovechando el acceso a programas singulares de tratamiento de los datos y herramientas de seguridad y las ventajas de la escala, que permiten una puesta al día selectiva y eficiente de las memorias de los servidores «al borde», todo lo cual representa una oportunidad de negocio adicional muy sustancial para los principales gestores de las «nubes» públicas, como Amazon, Microsoft y Google que junto a los fabricantes de equipamientos y los gestores de emplazamientos están creando de manera acelerada la infraestructura básica necesaria para acceder a las posibilidades de 5G. Los operadores en este escenario emergente tienen un papel secundario y, como dice Iain Morris de Lightreading, sus acuerdos con los titanes de Internet se parecen cada vez más a las relaciones de dependencia propias de la Edad Media entre señores feudales y sus acogidos, que dejan a merced de los primeros sus plataformas tecnológicas, «armas y bagaje».

La seguridad de los datos personales y la garantía de invulnerabilidad de los sistemas vuelven a estar en el centro de los esfuerzos para hacer plenamente operativos los usos esperados de 5G -que ostenta en los equipamientos y programas de gestión asociados un nivel de integridad superior a la tecnología actual-, empleando la realidad virtual y aumentada y la inteligencia artificial para realizar diagnósticos certeros, optimizar decisiones y dar forma a prototipos que, en última instancia, mejoren la calidad de vida de las personas con un consumo menor de energía, que es uno de los parámetros de eficiencia distintivos de la nueva tecnología móvil, conforme a los requerimientos de alto nivel de la UIT para redes 5G (IMT-2020), que pueden consultarse en Internet.

Lo cierto es que en el arranque de 2021 ningún consumidor tiene razones de peso para desear evolucionar a 5G -no en balde según Facebook cerca de 1.400 millones de personas realizaron llamadas de voz o vídeo usando WhatsApp en la Nochevieja pasada, satisfaciendo sus necesidades primordiales de comunicación-, pues todavía no existe aplicación alguna en movilidad que solo pueda emplearse con la nueva tecnología, mientras que en interiores los dispositivos inalámbricos empiezan a ser compatibles con WiFi 6, que ofrece un rendimiento equiparable a las velocidades de pico esperadas de 5G, a una fracción de su coste. Tal vez el abaratamiento de los terminales, que por ejemplo en el caso del iPhone es muy notable, anime al cambio a los consumidores, como señalaba Ed Cropley en Breakingviews el 23 de Diciembre pasado, pero no es seguro que en un entorno económico incierto se prodiguen los gastos discrecionales sin una expectativa racional de una experiencia de uso superior.

Pendientes del MWC

A causa de la situación de alarma asociada a la pandemia en 2020 no se realizó el Moblie World Congress (MWC) y en 2021 está previsto que se celebre a finales de junio, de modo que en el mejor de los casos el escaparate principal de la tecnología celular no podrá mostrar sus novedades ni permitir asomarnos al futuro del ecosistema de telecomunicaciones móviles, careciendo de una palanca de promoción incuestionable. Cuando 5G se extienda, dispondremos de una tecnología robusta y distribuida, menos vulnerable y más próxima a los usuarios; más flexible y por ello mejor preparada para gestionar la explosión en el crecimiento esperado de los datos móviles con la multiplicación de dispositivos conectados y más sostenible, a través de la simplificación y «virtualización» de las funciones de red actualmente asociadas a equipamientos (una especie de distinción entre redes de comunicaciones físicas y lógicas) que permitirá la compartición de los mismos recursos técnicos para diferentes niveles de servicio, en planos públicos, privados o combinados.

Tal vez el único impulso a 5G con que de otro modo no contaríamos en España y por extensión en el resto de Europa, -que según datos de Analysys Mason/ETNO recogidos por Financial Times el 29 de Enero acumula una inversión per cápita en 5G de 94,8 euros frente a los 147,9€ euros de Estados Unidos y los 233 euros de Japón- sean las ayudas públicas previstas para la implantación y extensión de esta tecnología como parte de la transformación digital que el Gobierno ha formalizado en el plan España Digital 2025 y que en los presupuestos generales del Estado para 2021 tienen consignada una partida de 300 millones de euros para conectividad 5G y que para el trienio 2021-23 debiera alcanzar los 1.500 millones de euros, en función de la expectativa de la recepción de fondos del mecanismo de recuperación y resiliencia de la Unión Europea (denominada en inglés «Next Generation EU»), de los que una parte sustancial es probable que se dedique al despliegue de infraestructura específicamente dedicada a la conectividad de máquinas, conocida como Internet de las Cosas

Artículo publicado en https://www.eleconomista.es/firmas/noticias/11034066/02/21/Lo-mejor-del-5G-aun-esta-por-llegar-sera-mucho-mas-valioso-de-lo-visto-hasta-ahora.html